La moda nunca ha sido una línea recta. Ha sido siempre una
sinuosa huella que se puede ir leyendo a medida que la sociedad, en su
conjunto, avanza. Momento de reflexión como el desfile NO de Viktor &
Rolf o momentos homo fundamentalistas
como los de Walter van Beirendonck. Podemos recordar el primer desfile de
Phoebe Philo para Celiné implantando una nueva silueta. Del mismo modo podemos reconocer
la supremacía urbana de Public School hoy DKNY o el neo esteticismo de, por ejemplo,
Creatures of the Wind.
Así y obedeciendo a un contexto tan crispado como actual,
Juana Díaz presentó su colección Capitalismo en el espacio de arte La Pendiente
en conjunto con el colectivo de arte 1000m2 albergado, todo esto, en el último
piso del teatro Italia, en el corazón del barrio de moda.
4 bailarinas abrieron un desfile lleno de debates
intelectuales, poses pensadoras y relaciones alumbradas. El rigor de la danza contemporánea
plantea un lenguaje similar al del diseño de la creadora. Poco digerible pero
igual de atractivo, juegan con una cercanía tan palpable como visible.
Piezas de lino vestían a unas cimbreantes modelos en capas, blusas, ponchos, faldas y faldones.
Sentadores vestidos en un brillo que solo las telas orgánicas dan. Mate y
brillante a la vez. Un plisado exquisito en faldas a la rodilla. Todo giraba en
torno a una visión con referentes contemporáneos con atisbos de un Chile
vintage. A veces poético, casi mistralesco, pero no la Mistral de los piececitos
azulosos, era la Mistral de Tala o Lagar, la Mistral dura, fuerte, pendiente.
La crítica social y el rescate del
remanente obrero de los listones… Así mimo, las telas rescatadas de un deposito
antiguo era todo un feroz grito al sistema de consumo que sostiene, por
ejemplo, nuestra economía social, política, cultural y por supuesto, la economía
monetaria.
WGSN, la súper pagina-enciclopedia de moda sacó hace una
temporada un articulo al que titulaba La Generación ZE y su influencia en el
vestir inteligente. La no silueta, el reconocimiento trans gender. La “nueva” construcción
de las prendas, todo junto, en sí mismo, era una protesta a la realidad y al
sistema actual y nada más cercano a Juana Díaz que lleva su característica construcción
a través de un modo de costura que une trazos y hace un paño con cicatrices
sobre solapas de abrigos y detalles inolvidables.
Una puesta en escena increíble, la colaboración entre la
artes (La imagen de Isabel Rodríguez moviéndose por la pasarela simulando
llevar tacos junto a las otras jóvenes bailarinas) y la profunda convicción de
Juana Díaz hacen de este desfile-performance un acto contestatario y único.
Exclusivo y divergente. Aplaudimos esta poesía que entrega sustancia y
equilibrio a una moda que a veces parece separarse de la realidad. Esta es la
piedra de tope con que cualquier observador de la moda se sentiría halagado de
tropezar.