El último día de Santiago Fashion Week fue el sello de una
jornada llena de sorpresas y buenas predicciones. La despedida de Rubén Campos
sonaba en las conversaciones como un zumbido de panal, nadie parecía decir
donde estaba con certeza pero se encontraba ahí. Con el Centro Cultural Palacio
de la Moneda abierto de par en par, la semana de la moda santiaguina llegaba a
su fin.
Desde la aparición de los alumnos de la Udla hasta el
ramillete de rosas entregado por Manuel Figueroa al hoy retirado Rubén Campos,
Santiago Fashion Week terminó por ser’ un evento memorable y sobre todo porque
los anteriores habían sido un poco más que pusilánimes.
Drástica hasta en la última puntada, Valeria Salinas
presentó su colección inspirada en las aves del sur. Con materiales nobles como
el lino, el algodón y el cuero compone un paño cortado con precisión y puesto
sobre el cuerpo como una coraza donde cada costura no se esconde y como en las columnas de una iglesia, quedan a
la vista dibujando una silueta sin sobresaltos. Emocional y matemática, la
diseñadora crea un trabajo de calidad y atemporal.
Maria Elena Villamil nos hace participes de un dialogo
acerca de la construcción-deconstrucción de la ropa, sin la resolución del
origami, la diseñadora crea volúmenes y abstracciones con una silueta puesta en
la alta cintura y donde los pequeños detalles como unas mangas abiertas y
sobrepuestas daban por terminada blusas de seda blanca. Un hilo conceptual
llevado a cabo co una rigurosidad artística, la diseñadora recrea una historia más
ligada a la escultura textil que al patronaje tradicional.
Ruben Campos salió a pasarela recibido por una ovación. El
diseñador presentó una recopilación de su célebre modo de construir sus
vestidos, cientos de piezas componen como una muralla siluetas exquisitas en brocados,
cueros y sedas. Suntuoso, define un lujo olvidado, un lujo ochentero y noventero y que encuentra su clientela siempre
fiel. Junto a mí, un ejemplo de ello, una clienta que se despidió del sr.
Campos diciendo “… Nadie es como Rubén…”.
Y le creemos, con su salida se ven en el ocaso el diseño que brotó en dictadura
y que hoy por hoy parece más del pasado que del actual ejercicio de crear y dialogar
de moda. Con ellos muere su marca y su sello… Cabe preguntarse si alguien
tomará el control de ese proyecto y lo levará a cabo hasta convertirlo en una
marca, sin embargo ese aire parece soplar en otras latitudes, la inmadura
cultura no nos permite dilucidar originalidad, identidad y negocio en el mismo
emprendimiento.
Llega a su fin Santiago Fashion Week cosechando una pequeña
victoria, logran encaminarse hacia la visión de una industria contemporánea y
con ideas globales. El diseño parece, como siempre, ir mas adelante cimentando
el camino de cualquier evento. No es necesaria una modelo, no es necesario un
dj, importa que la pasarela esté llena de ideas, trabajo y ambiciones que
cumplir.